
Hola, bienvenidos a
La armónica de cristal. Este martes nos trae a la memoria a uno de nuestros compositores del siglo XX: el alicantino Óscar Esplá (1886-1976), un autor cuya estética personal lo alejó de las corrientes europeas más rupturistas como el Dodecafonismo y la utilización del ritmo
stravinskiana, como manifiesta su producción y extensa colección de escritos, de una elevada categoría intelectual. Su formación musical comenzó siendo autodidacta, combinada con los estudios de Doctorado en Filosofía e Ingeniería. En 1902 se traslada a Barcelona. En esta primera etapa, va a ser decisiva la concesión, en 1911, del Premio del Concurso Internacional de Viena, en cuyo jurado se encontraban Richard Strauss y Camille Saint-Säens, por su
Suite Orquestal. Este galardón le permitirá emprender una serie de viajes y ampliar conocimientos con Max Reger, así como su permanencia en París, ciudad en la que estudiará con Saint-Säens y posteriormente con Honegger. Tras unas primeras obras de influencia
postwagneriana (
Scherzo Op. 5, etc.), de la que prontó prescindirá, inicia en la década de 1920 una serie de partituras de clara inspiración levantina, pero incorporando elementos nuevos (algunos incluso del Dodecafonismo, que no rechazaba completamente). También tomará como base cantos populares de otras zonas de España. Es una fase de indefinición estilística, que culminará con
Nochebuena del Diablo (1924). La siguiente etapa, que finalizará en 1936, con su exilio a Bélgica, ha sido definida por su biógrafo Antonio Iglesias como una "fase nacional", en la que escribe obras como la famosa
Don Quijote velando las armas (1926),
Levante (1931), etc. A partir de 1936, dirige el Laboratorio de Música Científica de Bruselas, si bien mantiene sus planteamientos, vuelve a la utilización de la gran forma (
Sonata del Sur, 1945,
Sinfonía Aitana, 1958, etc.), de la que Adolfo Salazar ensalzará su "cualidad sinfónica" y contempla nuevas perspectivas como la música religiosa.
Comentarios