Buenos días de nuevo. Intentando recuperar el tiempo perdido, que diría Proust, nos hallamos de nuevo en esta sección para relataros el transcurso de la primera sesión de este año. Para el mes de enero el Club de Lectura de Adultos "José Beceiro" escogió, siguiendo el criterio de nuestro eje temático, una de las primeras obras del gran escritor japonés Yasunari Kawabata: País de nieve. La narración, completada en su forma definitiva en 1948, es otra sutil muestra del estilo alusivo influenciado por el budismo zen y la literatura clásica, especialmente el haiku, de Kawabata. Perteneciente a la denominada "Escuela de la nueva sensibilidad", el escritor nacido en Osaka, que conocía muy bien la literatura de Woolf, James y vanguardias como el Expresionismo, resume en el texto su admiración por el pasado y tradiciones niponas, en consonancia con la llegada de la realidad moderna, y la búsqueda de una armonía entre el hombre, la naturaleza y su devenir existencial.
País de nieve es una muestra de lo que algunos críticos denominan "narración extendida", que en este caso no responde al criterio tradicional de novela por la sencillez de su trama, su estructura sin forma, la recurrencia de personajes, temas e imágenes y la sugerencia a la interpretación por parte del lector. Kawabata es un autor de constantes estilísticas que sintonizan con la percepción sensorial (palabras alusivas a colores y simbólicas de sonidos, onomatopeyas, etc.) y también temáticas (en esta obra encontramos asimismo el protagonismo de la naturaleza, la añoranza de tradiciones, la memoria, el triángulo amoroso y la atracción por el cuerpo femenino).
Por otra parte, nos hallamos ante otro ejemplo de la magistral concisión de Kawabata, capaz de comunicar gran cantidad de sensaciones y pensamientos a través de unas pocas páginas, por su control de la evocación mediante un estilo lírico y simbólico, que resume en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura en 1968: "La nieve, la luna, las flores de cerezo, palabras que representan la belleza de cada una de las estaciones que se suceden una tras otra, abarcan en la tradición japonesa toda la belleza de las montañas y los ríos y las hierbas y los árboles, todas las múltiples manifestaciones tanto de la naturaleza como de los sentimientos humanos".