lunes, noviembre 26, 2018
CLUB DE NARRATIVA XUVENIL. PRIMEIRO CICLO
Continuamos coa lectura de El reino de las tres lunas. Nesta sesión falamos sobre Alcestes, o terrible inquisidor do rei, que trata de impedir que Malkiel logre o seu cometido. Pero... conseguirá que o príncipe fracase???
CLUB DE POESÍA: OS PAXAROS II
Aquí vos deixamos a segunda achega de poemas relacionados cos paxaros. Que bonito trinar o destes poetas!!
Eu ben vin estar ó moucho
Enriba d' aquel penedo:
¡Non che teño medo moucho,
Moucho non che teño medo!
I.
Un-ha noite, noite negra,
Com' os pesares qu' eu teño,
Noite filla das sombrisas
Alas que estenden os medos;
Hora en que cantan os galos,
Hora en que xemen os ventos,
En qu' as meigas bailan, bailan,
Xuntas có demo pirmeiro,
Arrincando verdes robres,
Portas e tellas fendendo,
Todas de branco vestidas
Tendidolos brancos pelos
Contra quen os cans oubean
Agoirando triste enterro;
Cando relumbrar se miran
Antr' os toxales espesos,
Cal encendidas candeas
Ollos de lobo famento,
E os ramallaxes dos montes
Antre sí murmuxan quedos,
E as follas secas qu' espallan
Os aires da noite inquietos,
En remuiños se xuntan
Con longo estremecemento;
Indo camiño da Igrexa,
Soya cós meus pensamentos
Cabo da fonte da Virxe
Pretiño dó cimeterio,
Dempois de sentir un sopro
Que me deixou sin alento,
Eu ben vin estar ó moucho
Enriba d' aquel penedo.
II.
Arrepuïñadas todas
As carnes se me puñeron
E os cabelos no curuto
Fórons' erguendo direitos:
Gotas de sudor corrian
Afio pó lo meu peito,
E trembaba como tremban
As auguas cando fay vento,
Ná pia da fonte nova
Que sempre está revertendo.
Aquel moucho ali fincado,
Cal si fose ó mesmo demo,
Fito á fito me miraba
Có seus ollos rapiñeiros,
Que coidei que me roubaban
Non mais que de lonxe velos,
De lume me paresian
E que me queimaron penso,
Penso qu' eran tizós roxos
Da fogueira dos infernos
Que pó las niñas me entraron
Hastr' ó corazon direitos
En el remorsos habia
D' amoriños pecadentos...
¡Ay! quen ten d' eses amores
Non pod' achar bon sosiego!
Chovia, si Dios ten augua,
Ventaba en tódolos ventos,
E ensarrapicada toda
A camiñar non m' atrevo
Qu' ó moucho fita que fita
M' aspera na quel penedo.
Mais acordeime da Virxe
Que sempre conmigo levo,
Resoll' un Ave-Maria
E cobrando novo alento,
Com' os páxaros do mare,
Nadando, paso ó regueiro,
Corro á enriba dó valado,
Brinco en baixo dó portelo,
E den' ali, berro estonces
Con cantas forzas eu teño:
Non che teño medo moucho,
Moucho non che teño medo.
LA
RAMA
Canta
en la punta de un pino
un
pájaro detenido,
trémulo,
sobre su trino.
Se
yergue, flecha en la rama,
se
desvanece entre alas
y
en música se derrama.
que
canta y se quema viva
en
una nota amarilla.
Alzo
los ojos: no hay nada.
Silencio
sobre la rama,
sobre
la rama quebrada.
Octavio
Paz
SE
EQUIVOCÓ LA PALOMA
Por
ir al norte, fue al sur.
Creyó
que el trigo era agua.
Se
equivocaba.
Creyó
que el mar era el cielo;
que
la noche, la mañana.
Se
equivocaba.
Que
las estrellas, rocío;
que
la calor, la nevada.
Se
equivocaba.
Que
tu falda era tu blusa;
que
tu corazón, su casa.
Se
equivocaba.
(Ella
se durmió en la orilla.
Tú,
en la cumbre de una rama).
Rafael
Alberti
RIMA LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!
Gustavo Adolfo Bécquer
XOGO RUÍN
Aquil neno
pincháballe os ollos
ós paxaros;
e gustáballe ver saír
esa gotiña
de ar e de lus,
ise rocío limpo
de mañanciñas frescas
.....................
ós paxaros;
e gustáballe ver saír
esa gotiña
de ar e de lus,
ise rocío limpo
de mañanciñas frescas
.....................
Logo botábaos
a voar
e reíase de velos
toupar contra o valado
da súa casa,
con un ruído
e reíase de velos
toupar contra o valado
da súa casa,
con un ruído
moi triste
..................
Creceu e foi de aqueles.
..................
Creceu e foi de aqueles.
Luis Pimentel
CLUB DE POESÍA: POLA ELIMINACIÓN DA VIOLENCIA CONTRA A MULLER
"Libre te quiero", Agustín García Calvo
Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
jueves, noviembre 22, 2018
LA ARMÓNICA DE CRISTAL. HOY, DÍA DE SANTA CECILIA, PATRONA DE LA MÚSICA
Santa Cecilia
«Mientras sonaban los órganos,
Cecilia cantaba en su corazón»
(Oficio divino)
¡Oh santa del Señor, yo contemplo extasiada
el surco luminoso que dejas al pasar;
aún me parece oír tu dulce melodía
y hasta mí llega tu celeste canto.
De mi alma desterrada escucha la plegaria,
déjame que descanse
sobre tu dulce corazón de virgen,
inmaculado lirio
que brilla en las tinieblas de la tierra
con claro resplandor maravilloso
y casi sin igual.
Castísima paloma, pasando por la vida,
no buscaste a otro esposo que no fuera Jesús.
Habiendo él escogido por esposa a tu alma,
se había unido a ella,
hallándola aromada y rica de virtud.
Sin embargo, otro amante,
radiante de hermosura y de virtud,
respiró tu perfume, blanca y celeste flor.
Por hacerte flor suya y ganar tu ternura,
el joven Valeriano
quiso darte, sin mengua, todo su corazón.
Preparó sin demora, bodas maravillosas,
retembló su palacio de cantos melodiosos;
pero tu corazón de virgen repetía
cánticos misteriosos,
cuyo divino eco se elevaba hasta el cielo.
Tan lejos de tu patria
y viendo junto a ti a este frágil mortal,
¿qué otra cosa podías tú cantar?
¿Deseabas, acaso, abandonar la vida
y unirte para siempre con Jesús en el cielo?
¡Oh no, que no era eso! Oigo vibrar tu lira,
la seráfica lira de tu amor,
la de las dulces notas,
cantando a tu Señor este sublime cántico:
«Conserva siempre puro
mi corazón, Jesús, mi tierno Esposo».
¡Inefable abandono, sublime melodía!
Revelas el amor en tu celeste canto,
el amor que no teme, que se duerme y olvida
como un niño pequeño en los brazos de Dios...
En la celeste bóveda brilló la blanca estrella
que a esclarecer venía con sus tímidos rayos
la noche luminosa que nos muestra, sin velo,
el virginal amor
que en el cielo se tienen los esposos...
Entonces Valeriano se iluminó de gozo,
pues todo su deseo, Cecilia, era tu amor.
Mas halló mucho más en tu noble alianza:
¡le mostraste la vida que nunca acabará!
«¡Oh, mi joven amigo -tú misma le dijiste-,
cerca de mí está siempre un ángel del Señor
que me conserva puro el corazón!
Nunca de mí se aparta, ni aun cuando estoy dormida,
y me cubre gozoso con sus alas azules.
Yo veo por la noche brillar su amable rostro
con una luz más suave que el rayo de la aurora,
su cara me parece la transparente imagen,
el purísimo rayo de la cara de Dios».
Replicó Valeriano: «Muéstrame ese ángel bello,
así a tu juramento podré prestar yo fe;
de lo contrario, teme desde ahora
que mi amor se transforme
en terribles furores y en odio contra ti».
¡Oh paloma escondida
en las hondas cavernas de la piedra ,
no temiste la red del cazador!
El rostro de Jesús te mostraba sus luces,
el sagrado Evangelio reposaba en tu pecho...,
y con dulce sonrisa al punto le dijiste:
«Mi celeste guardián escucha tu deseo,
tú le verás muy pronto, se dignará decirte
que tienes que ser mártir para volar al cielo.
Mas antes que tú veas a mi ángel,
es cosa necesaria que el bautismo
derrame por tu alma una santa blancura,
que el verdadero Dios habite en ella,
que el Espíritu Santo
le dé a tu corazón su propia vida.
El Verbo, Hijo del Padre, y el Hijo de María,
con un inmenso amor se inmola en el altar;
tienes que ir a sentarte
al sagrado convite de la vida,
para comer a Cristo, que es el pan de los cielos .
El serafín, entonces, te llamará su hermano,
y al ver tu corazón ya convertido
en trono de su Dios,
hará que tú abandones las playas de la tierra,
tú verás la morada
de este celeste espíritu de fuego».
«Mi corazón se quema en una nueva llama
-exclamó, transformado, el ardiente patricio-,
quiero que el Señor venga y que habite en mi alma,
¡oh, Cecilia, mi amor será digno del tuyo!»
Vestido con la blanca vestidura,
emblema de inocencia,
Valeriano vio al ángel hermoso de los cielos,
y contempló, extasiado, su sublime potencia,
vio el dulcísimo brillo que irradiaba su frente.
El serafín brillante sostenía en sus manos
frescas y bellas rosas, y blanquísimos lirios,
flores abiertas, todas, en el jardín del cielo
bajo el rato de amor del Astro creador.
«¡Oh, queridos esposos, a los que el cielo ama
-así les dijo el ángel del Señor -,
las rosas del martirio
servirán de corona a vuestras frentes,
y no hay lira ni voz que cantar pueda
este inmenso favor.
Yo que vivo abismado
en mi Dios y contemplo sus encantos,
no puedo ni inmolarme ni sufrir por su amor,
ofrecerle no puedo la sangre de mis venas
ni el llanto de mis ojos,
yo no puedo morir para expresar mi amor.
La pureza es del ángel brillante patrimonio,
su inabarcable gloria nunca terminará;
¡mas vosotros, mortales,
sobre el ángel tenéis la gran ventaja
de poder ser muy puros y de poder sufrir!
....................................................
«En estos blancos lirios perfumados
estáis viendo vosotros
el misterioso símbolo de la virginidad,
que es el dulce presente del Cordero.
Coronados seréis con la blanca aureola,
por siempre y para siempre vuestro canto
será el cántico nuevo.
Vuestra unión casta engendrará a otras almas
que por único esposo buscarán a Jesús;
junto al trono divino, y entre los elegidos,
vosotros las veréis alzar su lumbre
cual purísimas llamas».
¡Oh, préstame, Cecilia, tu dulce melodía!
Quisiera conquistarle a Jesús corazones,
y, como tú, quisiera sacrificar mi vida,
darle toda mi sangre y el llanto de mis ojos...
Haz que yo guste en la extranjera playa
el perfecto abandono, del amor dulce fruto.
¡Oh, mi santa querida, haz que vuele a tu lado,
muy pronto y para siempre, muy lejos de la tierra...!.
Marie-Françoise-Thérèse Martin, Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). 28 de abril de
1894.
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