martes, mayo 31, 2011

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS


Hola, bienvenidos a La Armónica de Cristal, este martes dedicada a uno de nuestros más grandes compositores: Cristóbal Halffter (1930). Sobrino de los también compositores y miembros de la Generación de la República Rodolfo y Ernesto Halffter, estudió en el Conservatorio de Madrid Dirección de Orquesta y Composición con Conrado del Campo. Más tarde, prolongó su aprendizaje con André Jolivet y Alexandre Tansman. En 1953 consigue el Premio Nacional de Música con su Concierto para piano y orquesta. En 1962 accede a la Cátedra de Composición del Conservatorio de Madrid, del que también ejercerá como director entre 1964 y 1966.
No podemos extendernos en estas líneas en reseñar su extensa trayectoria, pero sí comentaremos brevemente algunas de las obras de sus distintas etapas. En una primera fase, destaca la presencia de la inspiración española, junto con elementos de influencia de Stravinski y Bartók en su producción (Scherzo, Antífona Pascual, Saeta, Jugando al toro, etc.). A partir de la Sonata para violín solo de 1958, Halffter asume progresivamente las distintas corrientes internacionales de vanguardia: Serialismo (Cinco Microformas, Sinfonía para tres grupos instrumentales, Secuencias, etc.), Música Aleatoria e Indeterminación (Formantes, etc.), Música Electrónica, etc., además de reflejar una constante preocupación humanística (Yes, speak out, Llanto por las víctimas de la violencia, Requiem por la libertad imaginada, Elegía a la muerte de tres poetas españoles), religiosa (destaca el Officium defunctorum), e interés por la música concertística y de cámara, el género cinematográfico y la ópera (Don Quijote, 1999 y Lázaro, 2008).
El sello de Halffter ha impregnado todo su catálogo con una perfección compositiva inusitada, con un extraordinario dominio de la forma al servicio de una gran fuerza expresiva y capacidad de comunicación con el público, que le han convertido en receptor de un gran éxito internacional.
Halffter es uno de los referentes artísticos de la música del siglo XX, miembro de la denominada Generación de 1951 (término que él mismo acuñó y que se refiere al grupo de compositores nacidos entre 1924 y 1938 que finalizaron sus estudios en el Conservatorio de Madrid ese año), que protagonizó la renovación de la producción musical española y su entrada en la vanguardia internacional. Conectada estrechamente a las artes plásticas (El Paso, Escuela de Madrid, etc.), comienza su definitivo impulso con la creación del Aula de Música del Ateneo de Madrid en 1958, que acogerá a sus miembros (Barce, De Pablo, Guinjoan, Mestres-Quadreny, Bernaola, Benguerel, Moreno Buendía, García Abril, Blancafort), integrantes anteriormente del Grupo Nueva Música, y que venían a sumarse a un conjunto de iniciativas renovadoras en Madrid y Barcelona, como el Grupo Manuel de Falla, Juventudes Musicales, charlas del Ateneo, etc. 
Hoy recordamos la Sonata para violín solo Opus 20 (1958), una obra de gran trascendencia dentro de la evolución de la escritura de Halffter, en cuanto que supone la culminación de un proceso de búsqueda y el inicio de una nueva etapa de adhesión plena a la vanguardia europea con la adopción del serialismo. Como ha apuntado Emilio Casares, el abandono de la influencia anterior de Bartók y su conexión con el lenguaje internacional van a suponer la entrada en una situación de incomprensión por parte de un público español completamente alejado hasta esas fechas de la recepción de partituras foráneas, que se pondrá de manifiesto en 1959 con la difusión de obras como Le Marteau sans Maitre de Boulez, Chamber Music de Berio y Zeitmasse de Stockhausen y el estreno con gran escándalo en 1960 de las Cinco Microformas de Halffter. La Sonata integra el programa de la primera sesión formada por títulos verdaderamente vanguardistas que se celebró con motivo del Concierto de Cultura Hispánica de 1959, en el que también pudieron escucharse la Sonata de Ramón Barce y Cinco Invenciones de Luis de Pablo, todas composiciones serialistas. La Sonata consta de cuatro movimientos (Allegro, Molto Adagio, Allegro molto vivace y Finale) y se conecta formalmente con una de sus obras anteriores, Introducción y Fuga, en cuanto a la presencia de elementos barrocos como articuladores en sus movimientos extremos, mientras que en los dos centrales la escritura serial de todos los parámetros sonoros se ejemplifica de manera clara. El gran dominio formal, característico de la producción de Halffter, enlaza aquí con la tradición de escritura violinística evocadora de las Sonatas y Partitas para violín solo BWV 1001-1006 de Johann Sebastian Bach, a las que ya nos hemos referido en anteriores ocasiones. Hay que recordar que el legado del compositor alemán tendrá especial presencia en los miembros de la Generación del 51. Conviene señalar que el interés por Bach de Halffter en esta primera etapa se refleja también en otros ejemplos como la Partita para violoncello y orquesta (1958). En el caso de la Sonata, el primer movimiento está escrito a modo de preludio y el último, basado en una serie de variaciones, presenta nítidas referencias a la extraordinaria Chaconna. Las exigencias técnicas del vocabulario instrumental específico se hacen presentes en una obra de aspiraciones a la permanencia dentro del repertorio violinístico habitual (dobles cuerdas, pizzicati de mano izquierda, armónicos, registros inusualmente contrastantes, etc.).







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