
La partitura, concebida en un año de extraordinaria creatividad de Schubert (recordemos que en 1824 trabaja en obras como el
Octeto para viento y cuerda D.803, el
Cuarteto La doncella y la Muerte D.810 y el
Grand Duo D. 812), consta de tres movimientos:
Allegro, de corte melancólico y contrastante, que obedece al esquema de forma-sonata clásico,
Adagio en forma de Lied y
Finale, un rondó de influencia popular en el que se produce el mayor despliegue de exigencias técnicas. Una obra para disfrutar, en estos difíciles tiempos, de la siempre generosa facilidad melódica y maestría en el manejo de la forma de Schubert.
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