martes, enero 26, 2010

ONDAS Y ESFERAS.





Bienvenidos un nuevo martes a esta sección de los viajes sonoros. Hoy damos un gran salto en el tiempo para iniciar nuestro periplo. En concreto, nos situamos en la capital de la Toscana el 25 de marzo de 1436. Es la fecha de la reinauguración de la Catedral de Florencia, tras dos siglos de obras que culminaron con la finalización de la doble cúpula octogonal de Brunelleschi. Para la consagración del templo, que ahora pasa a llamarse Santa María de las Flores, se encargó a uno de los más célebres compositores de su tiempo, Guillaume Dufay, la obra que hoy traemos al recuerdo: el motete Nuper Rosarum Flores, prodigio de maestría técnica y belleza.

Síntesis de la herencia medieval en su estructura isorrítmica, destaca también el referente simbólico de sus proporciones, que aluden al Templo de Salomón. Igualmente, la relación entre las dos cúpulas y la Iglesia de Santa María la Maggiore de Roma se expresa a través del movimiento de las voces. La utilización continua del número 7, nos sirve, además, de nexo con  la Virgen María. Al mismo tiempo, la obra es una muestra clara del avance renacentista hacia la claridad y juego de timbres, así como el reflejo de una  gran expresividad.



A continuación, copiamos la crónica de uno de los asistentes al acontecimiento, que podemos encontrar en cualquier texto relativo a esta composición y que señala: "[...] todo el ámbito del Templo se colmó de tales coros de armonía y de tal concierto musical de diversos instrumentos, que parecía que las sinfonías y las canciones de los ángeles del divino paraíso habían sido enviadas desde el cielo para susurrar en nuestros oídos una dulzura celestial increíble".





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