miércoles, junio 17, 2015

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. UN PLANETA DE PALABRAS


Las relaciones entre Gastronomía y Música han sido tan estrechas a lo largo de la Historia que también numerosos compositores han dedicado sus obras al tema culinario o a sus conexiones culturales que conforman los usos y costumbres sociales. Hoy recordamos, como ejemplo, la Cantata del Café BWV 211 de Johann Sebastian Bach, estrenada en 1734. Bach se había hecho cargo desde marzo de 1729 de la dirección del Collegium Musicum de Leipzig, una de esas sociedades privadas de estudiantes universitarios, iniciada por Telemann. Esta agrupación ofrecía conciertos, entre otros escenarios, en la Zimmermannsches Caffeehaus de la calle Sainte-Catherine, frente al mercado, una de las muchas casas de café que comenzaron a proliferar en las ciudades alemanas coincidiendo con la expansión de la moda burguesa de degustar esta bebida desde finales del siglo XVII. Parece ser que Bach ofreció durante diez años audiciones al aire libre en los meses de verano en el Jardín Zimmermann de la Puerta de Grimme, los miércoles entre las cuatro y seis de la tarde.
La partitura está destinada a tres cantantes, flauta, cuerda y continuo. Cuenta con intervenciones, al comienzo y final, del tenor, que explica la historia. El libreto, escrito anteriormente por Picander (Christian Friedrich Henrici), describe en tono cómico el enfrentamiento entre dos generaciones: Schlendrian, el padre, prohíbe tomar café a Lieschen, su hija, aficionada a esta bebida. Según hemos leído, el café generaba desconfianza frente a la cerveza, por ser una costumbre foránea, y no fue aceptado su consumo en el ámbito del hogar hasta la segunda mitad del siglo XVIII (hay que recordar que sufrió la censura protestante desde el siglo XVI, pese a su expansión en Europa durante el siglo XVII, especialmente a partir del segundo sitio de Viena de 1683 y con la generalización del sistema francés de filtrado). La obra transmite también una crítica al autoritarismo y cierta concesión hacia la mujer. Si bien el texto del poeta de Dresde concluía con la victoria paterna, Bach modificó su final en beneficio de la joven, puesto que, pese a prometer a su padre no consumir café a cambio de que le busque novio, se encarga de difundir al mismo tiempo que sólo aceptará como candidato a aquél que le permita disfrutar de ese placer.  



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