martes, junio 15, 2010

ONDAS Y ESFERAS



Hola, en este nuevo martes nuestro encuentro traerá a la memoria una de las más grandes obras de Ludwig van Beethoven (1870-1827) y, curiosamente, debido a sus dimensiones, insuficientemente programada en los conciertos: la Missa Solemnis Op. 123 (1824). Su Segunda Misa, dedicada al Arzobispo de Olmütz, fue resultado de un esfuerzo que culminó seis años después de su inicio y que manifiesta toda la experiencia del compositor alemán.
Sus cinco partes componen un conjunto concebido para, según sus palabras, "transmitir religiosidad a todos, intérpretes y oyentes". Su intencionalidad universal sitúa a la partitura con otra de sus más extensas composiciones del tercer período: la Novena Sinfonía "Coral". Ambas son legados destinados a conmover a la Humanidad y suponen un ejemplo de unión entre el componente intelectual y religiosidad, así como un diseño formal perfecto por las relaciones de sus secciones, bellamente trazadas. Beethoven estudió con detenimiento numerosas Misas del siglo XVI, así como los modos eclesiásticos. La escritura admira por su trabajo contrapuntístico y por su tempo interior, definido por algún crítico como "lentitud reflexiva", en el que se produce una amplificación de la perspectiva sonora, no siempre comprendida por sus contemporáneos, y que nos proporciona una experiencia inigualable. Con la recomendación de este "redescubrimiento" musical, os deseamos un enriquecedor verano. Sed muy felices.


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