miércoles, diciembre 21, 2011

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS


Hoy en La Armónica de Cristal recordamos La Natividad del Señor para órgano de Olivier Messiaen. Como ya hemos repasado en otras ocasiones la trayectoria del compositor francés, sólamente señalaremos que la relación de Messiaen con el órgano comenzó muy pronto. Discípulo de Charles Tournemire, sucesor de Franck, en la iglesia de Santa Clotilde, en 1927 ingresa en el curso de este instrumento impartido por Marcel Dupré. Dos años más tarde, acude regularmente a la iglesia de la Santísima Trinidad, de la que por entonces es organista titular Charles Quet. En 1931, tras la muerte de éste, le sucederá en el cargo, que ejercerá durante más de cincuenta años, pudiéndosele escuchar todos los domingos en la Misa del mediodía, interpretando en el órgano Cavaille-Coll, del que apuntará en 1991: "¡Amo a mi órgano! Es para mí un hermano, un hijo y me desesperaría separarme de él!". 
La Natividad del Señor es una nueva composición en la que Messiaen da testimonio de su profunda fe religiosa como fundamento de su mensaje musical. En la obra, escrita en el verano de 1935, durante su estancia en Grenoble, sonidos y acordes contienen asociaciones de color particulares, con referencias místicas (véase la evocación del "Dios es Inmenso", "Dios es Eterno", "Dios es Amor"). Esta concepción teológica, expresada en el Prefacio con los términos de "sinceridad y emoción", se manifiesta en toda la partitura. Es éste el primer ejemplo mayor de su corpus de órgano hasta el Livre d'Orgue (1951) y en él encontramos una confluencia de elementos estilísticos que caracterizará su obra posterior: cantollano, canto de los pájaros, uso de modalidad medieval (acercamiento a través de Maurice Enmanuel), junto a diatonismo, metros y ritmos griegos e indios (120 decî-talas del tratado de Sharngadeva Samgîta-ratnâka, reproducido por Lavignac. En esta composición encontramos ya esta influencia de forma más patente) y utilización de los modos de transposición limitada (primera obra en que son introducidos). Asimismo, la escritura organística heredera de la tradición francesa (Vierne, Widor) se traduce en la preferencia por formas con refrán, lentitud de tempi y uso característico y colorístico de los registros.  La base de los registros es tan importante como la composición como proceso en sí, junto con el ritmo y la armonía. Conviene recordar que el órgano de La Santa Trinidad, pese a no ser de los más grandes, sí proporciona una amplia paleta de registros tímbricos. La influencia de las obras de órgano será decisiva en sus partituras orquestales siguientes, estableciéndose una relación recíproca que persistirá a lo largo de toda su producción, puesto que el órgano es concebido, a su vez, como una orquesta sinfónica a través de elementos como la tímbrica o la dinámica.
La Natividad del Señor se estructura en nueve meditaciones, tituladas "La Virgen y el Niño", "Los Pastores", "Los Propósitos Eternos", "El Verbo", "Los Niños de Dios", "Los Ángeles", "Jesús acepta el sufrimiento", "Los Magos" y "Dios entre Nosotros". La última sección, en la que se muestra la influencia de los compositores impresionistas, manifiesta motivos introducidos en las precedentes. El comienzo, con registro pleno avanza sobre una progresión acordes cromáticos descendentes, germen de toda la composición. El simbolismo de los materiales y colores se trasluce a través de la pieza, con representaciones místicas del Señor descendiendo al pueblo, tema del amor, conversación de Dios y el Hombre, metamorfosis entre Dios Viviente y Hombre. La pieza cierra con unos compases a modo de toccata francesa y el retorno sorprendente del motivo inicial en los pedales. Muy Feliz Navidad.


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