miércoles, octubre 13, 2010

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS


Hola, bienvenidos a nuestra sección literario-musical. Retornamos hoy al siglo XX para recordar la obra de uno de esos compositores que no necesitan presentación: Sergei Prokofiev (1891-1953). Autor prolífico, que conoció la temprana difusión de sus piezas, se exilió temporalmente después de la Revolución de 1917. De su etapa en París (1922) data el título seleccionado este martes: su difícil y admirado Tercer Concierto para piano en Do Mayor Op. 26 (1921). Obra festiva, la más conocida de sus cinco conciertos para este instrumento, es una gran muestra de los procedimientos del autor: facilidad melódica, ritmos incisivos, energía proyectada a través de un carácter brillante, iniciado con una marcha, dominio orquestal típico ruso (fueron sus profesores Rimsky-Korsakov y Glière), equilibrio entre solo y orquesta, diatonismo predominante sobre las disonancias, etc.

Su estreno se celebró con el propio Prokofiev como solista, pese al gran virtuosismo técnico que exige. Pese al reconocimiento de sus composiciones, a su vuelta a la Unión Soviética, sufrió como otros autores, la censura y retirada de sus obras, especialmente a partir del  Decreto Zhdanov, aprobado por el Comité Central del Partido Comunista de Leningrado en 1948. No obstante, la calidad de su producción sobresalió por encima de las prohibiciones. El pianista y director Daniel Barenboim escribió del Tercer Concierto: "[...] hay piezas que se pueden interpretar con una gran sensación de alegría y placer, como un virtuoso. Yo incluiría el Concierto de Ravel. Mitropoulos solía tocar y dirigir el Concierto Número 3 de Prokofiev. Me habría encantado escucharlo".


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