En este "estudio de provincias", tal como lo describe la propia autora, nos encontramos nuevamente con un meticuloso análisis de la sociedad británica en un entorno rural, la campiña inglesa, cuyos personajes a través de sus relaciones y sus propias elecciones personales conforman un engranaje perfecto, una "red", como ha señalado más de un crítico, en la que se entretejen las existencias determinadas por cuestiones como la voluntad y el destino, la libertad y el condicionamiento económico, etc. La narración se desarrolla además en el marco de un momento histórico en el que se perciben los primeros efectos del "progreso", concepto clave en la novela, que es observado y cuestionado por Eliot.
La escritora logra, pese a la extensión del relato, una estructura unitaria y elaborada, partiendo de los personajes de Dorothea y Lydgate. Pero destaca especialmente su capacidad para el análisis de la naturaleza humana, representada en más de un centenar de personajes sobre los que despliega también una mirada compasiva y esperanzadora.
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