El pasado martes, en nuestro encuentro del Club de Lectura de Adultos, recibimos la triste noticia del fallecimiento de nuestro querido José. Compañero entrañable, que siempre nos suscitó la admiración por su carácter, su sabiduría y sus ganas de aprender. El año pasado celebraba su 60º aniversario de bodas con su inseparable Aurorita y nos volvía a dar ejemplo con su lección de vida, contagiándonos su ilusión y cariño. Desde las primeras sesiones de este Club, José manifestó su gran afición por la lectura y la escritura, así como su capacidad de análisis, siempre enriquecida con la experiencia. Recordando algunas de sus intervenciones, nos viene a la memoria uno de los textos que escribió recomendando la lectura de El Club de Calceta: En primer lugar a mis nietos, con los que mantengo un fluido diálogo y constantes intercambios de libros, [...] para que aprendan a ser personas de bien y sin prejuicios, para que sepan opinar por su cuenta; en fin, para que sean personas amantes de la libertad. A todos mis conocidos y amigos les recomiendo que lean todo lo que caiga en sus manos. De todos los libros que existen en el mercado se aprende algo. Leyendo nunca se pierde el tiempo. La lectura es cultura.
Sobre la lectura de Un árbol crece en Brooklyn, José escribió: Una novela que a mí me da la sensación de que puede que sea un relato autobiográfico, pues está redactada con tanto realismo, sencillez y sentimiento que, pienso, solamente alguien que ha sido protagonista de las vivencias que se atribuyen a cada uno de los miembros de la familia Nolan, ha sido capaz de interpretar tan fielmente el desarrollo de la existencia de las clases desheredadas, a principios y bien entrado el pasado siglo veinte, por haber sido protagonista de sus dificultades, no sólo económicas, para sobrevivir con dignidad y orgullo.
Con ocasión de la lectura de El camino de Delibes, José, de nuevo, realizaba su especial aportación, recordándonos un artículo de 2003 que el profesor Ponte Far dedicó a la novela. La sesión dedicada a La boda de Chon Recalde de Torrente Ballester fue, también, otra reunión inolvidable, en la que José y Aurorita nos ilustraron con sus recuerdos de la Posguerra en Ferrol, crónica viva que no olvidó sucesos como el estallido del polvorín y que describió fielmente los problemas sociales en ese momento tan difícil de la historia de la ciudad.
Otra de las ocasiones en que José y Aurorita han prodigado su cariño con nosotros coincidió con el encuentro protagonizado por la novela Un grito de amor desde el centro del mundo de Kyoichi Katayama, un relato de amor que abordaba otras cuestiones como la enfermedad, las relaciones familiares y la muerte. José y Aurorita decidieron compartir con nosotros su propia experiencia: la historia de una relación que superó las barreras más duras y que se prolongó más de sesenta años. Aurorita rememoró con emoción el significado de una carta durante su noviazgo y separación momentánea debida a las difíciles circunstancias. Sin duda, la hondura de su peripecia vital supera la de muchos relatos literarios. Todo un ejemplo de valentía y superación.
En la sesión dedicada a El Lector de Bernhard Schlink, José realizó una profunda reflexión sobre las consecuencias de la guerra y sus repercusiones sobre las generaciones siguientes. Nos describió la dureza de la Posguerra en el caso de España y la represión que él mismo padeció durante largo tiempo.
La lectura de El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald dio lugar al establecimiento, por parte de algunos miembros del Club, de ciertos paralelismos con el Ferrol de la época. La crítica a la hipocresía social protagonizó gran parte del debate. José, nuevamente, gracias a su memoria extraordinaria, nos ofreció datos sobre la recepción del libro, que tuvo escasa aceptación en sus inicios y no alcanzó el éxito hasta la década de 1950.
Nuestra particular celebración del 75º aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno en la sesión dedicada a La Tía Tula dio lugar a intervenciones de muy diferente sesgo, poniéndose de manifiesto las propias contradicciones del escritor. José cerró la sesión, como siempre, resaltando certeramente un aspecto definitorio de Unamuno y no siempre bien comprendido, su postura inconformista que secundó hasta sus últimos días.
En la commemoración del Año Internacional de la No Violencia contra la Niñez y la Adolescencia, con motivo de la cual leímos Palabras de Caramelo de Gonzalo Moure y Mi planta de naranja-lima de José Mauro de Vasconcelos, Aurorita y José enriquecieron nuevamente la reunión con sus entrañables recuerdos que son historia, de una infancia en un entorno de dificultades, en la que el aprendizaje en la calle y la imaginación en los juegos conformaban sus vivencias.
Gracias por tu cariño y por todo lo que hemos aprendido contigo, José.
Siempre te recordaremos.