"En las provincias orientales de China hay poco lugar para la soledad o la contemplación. En las afueras de Nankín, la ciudad en la que paso la mayor parte del año, hay unas tumbas Ming donde, si estoy dispuesto a pedalear hasta allá desde la universidad, consigo cierta sensación de quietud: sendas boscosas con bellotas y castañas esparcidas por el suelo, capas de hojas enmohecidas, una luz pulverizada entre las ramas de los árboles wutung. El gentío visita las tumbas Ming o el mausoleo de Sun Yat-Sen, pero el bosque que se encuentra entre esos dos monumentos, en las laderas de la montaña Púrpura y Dorada (Zin Jin Shan), está desierto a excepción del ocasional niño que recoge bellotas para los animales de la granja, los arañazos y correteos de una ardilla ("rata de los pinos", en chino) o el repentino craciteo de una urraca, en una versión más grande que su equivalente europeo. Es un lugar en el que es posible tumbarse en primavera y otoño, y también en verano, cuando los nankineses apenas pueden respirar en la húmeda trampa del "tercer horno del Yangtsé" (los otros dos son Chongqing y Wuhan); la refrescante bóveda de hojas suaviza la virulencia del calor".
Vikram Seth. Desde el Lago del Cielo. Viajes por Sinkiang, Tíbet y Nepal. 1983.
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