Después de este breve paréntesis nos reencontramos en
Ondas y Esferas, retornando al siglo XX de la mano de uno de esos autores para quienes la experiencia artística se realiza también a través de una permanente investigación sobre el espacio y tiempo sonoros: Morton Feldman (1926-1987).
El compositor estadounidense, cuya revalorización en las décadas de 1960 y 1970 ha permitido contemplar su obra desde múltiples perspectivas que trascienden su conocida relación con los representantes de la pintura expresionista abstracta neoyorkina, es un maestro en transmitir la "fisicidad" de la Música sin olvidar una espiritualidad a través de la materia, de indudable influencia de sus maestros Wolpe y Varése.
En la obra que proponemos,
Luz Cóptica (1985), el recuerdo de su familia, dedicada al trabajo con telas, así como su afición coleccionista a los tapices y alfombras orientales, se manifiestan en una partitura concebida como un tejido de colores cambiantes que se despliegan con íntencionada imprecisión. La asimetría en la disposición de los "tintes" se completa con una preferencia por la contención de alturas en un discurso sonoro de extrema lentitud, en el que, como siempre se ha destacado de su producción, el proceso se convierte en fluir y la suspensión del tiempo en torno a cada nota nos conduce a una experiencia insólita, de una trascendentalidad subrayada por el gran Sibelius y que hoy os proponemos como un auténtico regalo.
Después de este breve paréntesis nos reencontramos en Ondas y Esferas, retornando al siglo XX de la mano de uno de esos autores para quienes la experiencia artística se realiza también a través de una permanente investigación sobre el espacio y tiempo sonoros: Morton Feldman (1926-1987). 
El compositor estadounidense, cuya revalorización en las décadas de 1960 y 1970 ha permitido contemplar su obra desde múltiples perspectivas que trascienden su conocida relación con los representantes de la pintura expresionista abstracta neoyorkina, es un maestro en transmitir la "fisicidad" de la Música sin olvidar una espiritualidad a través de la materia, de indudable influencia de sus maestros Wolpe y Varése. 
En la obra que proponemos, Luz Cóptica (1985), el recuerdo de su familia, dedicada al trabajo con telas, así como su afición coleccionista a los tapices y alfombras orientales, se manifiestan en una partitura concebida como un tejido de colores cambiantes que se despliegan con íntencionada imprecisión. La asimetría en la disposición de los "tintes" se completa con una preferencia por la contención de alturas en un discurso sonoro de extrema lentitud, en el que, como siempre se ha destacado de su producción, el proceso se convierte en fluir y la suspensión del tiempo en torno a cada nota nos conduce a una experiencia insólita, de una trascendentalidad subrayada por el gran Sibelius y que hoy os proponemos como un auténtico regalo.
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