martes, febrero 15, 2011
LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS
Al final de su vida, Saint-Saëns realizó varias giras por el Norte de África, Sudamérica, Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Sri Lanka y China. Canarias fue también uno de sus destinos favoritos. Las Palmas fue visitada en siete ocasiones y conocía muy bien sus localidades. También realizó una excursión a La Palma. Ya en 1873 viaja por primera vez a Argel y, a partir de 1889, recorre sin descanso todo el itinerario anteriormente citado. Autor de cinco sinfonías (la más conocida la tercera con órgano), numerosas óperas (su Sansón y Dalila fue estrenada por Liszt en Weimar en 1877), tres conciertos para violín (el tercero, como su famoso Introducción y Rondó Caprichoso, dedicadas a su amigo, el navarro Pablo Sarasate, con quien actuó en numerosas capitales españolas), dos conciertos para violoncello, música de cámara y de órgano y la famosa suite para dos pianos El Carnaval de los animales, escribió cinco conciertos para piano, que fueron estrenados por él mismo.
El más estimado fue el segundo, para el que fue decisiva la colaboración de Anton Rubinstein, pero nosotros nos referiremos hoy al último, Concierto Número Cinco "Egipcio" en Fa Mayor Opus 103 (1896). En 1889 y 1891 visita Egipto, donde pasa una larga temporada. Le habían precedido obras como Recuerdo a Ismailía, Capricho Árabe, Fantasía África, Suite Argelina y el Concierto para piano Número 4, en la utilización de referencias a las músicas tradicionales de Túnez, Argelia y Egipto, que Saint-Saëns recopiló durante sus viajes. En 1913 llegó a recibir la Gran Cruz de la Legión de Honor en El Cairo. El Concierto Número 5 fue compuesto para la celebración de sus 50 años como pianista y fue estrenado y editado el mismo año de su composición. Además de sus requerimientos técnicos, a la altura del compositor (practicó varias horas al día hasta su fallecimiento), utiliza un melodismo de toque exótico evocador, especialmente en el Tercer Movimiento. El Segundo Movimiento toma como base una canción de Nubia (Alto Egipto). En la obra se ponen de manifiesto la facilidad de escritura, capacidad lírica y brillo a través del manejo de la tímbrica (esto causaría gran admiración en Ravel), propios de Saint-Saëns. Como es acostumbrado y, a pesar de las críticas que lo consideran un músico "artesanal", su escritura, continuadora de la tradición francesa, muestra siempre una envidiable eficacia, que no siempre resulta fácil de encontrar en muchos compositores.
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