Hola, bienvenidos un nuevo martes a La armónica de cristal. Hoy recordamos a uno de los representantes más paradigmáticos de compositor romántico, tanto en lo concerniente a sus obras como a su devenir vital: Franz Liszt (1811-1886). Pero no nos referimos en esta ocasión al virtuoso por excelencia, junto con Paganini, que asombró con sus artificios y cambió el concepto de concierto como recital y la figura del intérprete en la década de 1830, ni tampoco al que plasmó definitivamente la conjunción entre Literatura y Música en sus poemas sinfónicos, sino al autor posterior al período de Weimar que, después de 1861
vuelca su religiosidad en una de las obras más personales y difíciles de escuchar en directo: el oratorio en latín, sobre textos de la Iglesia y Liturgia católicas titulado Christus. La partitura está concebida para solistas vocales (soprano, mezzosoprano, contralto, tenor, barítono y bajo), coro (sopranos, contraltos, tenores y bajos), orquesta y órgano (es precisamente esta gran demanda de intérpretes y la extensión de la composición, la que ha propiciado su ausencia de las programaciones habituales). El interés por el repertorio religioso no era nuevo, sin embargo, para Liszt, quien se había hecho partícipe de un artículo en 1834 (Sobre la música eclesiástica del futuro), en el que se exigía una música "fuerte, efectiva. Deberá unir a una escala colosal el teatro y la iglesia; deberá ser a la vez dramática y sagrada, grandiosa y simple [...]". Liszt, mucho más subjetivo que Berlioz en este repertorio, como demuestran también sus adaptaciones de salmos y sus dos misas, adopta, sin embargo, una actitud más moderada respecto al texto y una austeridad que contrasta con pasajes de gran dramatismo en Christus.
Concluyó Liszt la obra en 1868 en Roma y se estrenó en su versión completa en Weimar en 1873, siendo el autor húngaro su director (recordemos la importante labor de difusión que había desempeñado como tal) y reuniendo para la ocasión una grupación de trescientos intérpretes. Asistieron, entre otros, Wagner, Cósima Liszt y Daniela von Bülow.
Christus consta de catorce movimientos, divididos en tres secciones: Oratorio de Navidad (cinco partes), Post Epifanía (cinco partes) y Pasión y Resurrección (4 movimientos). Liszt estudió fuentes antiguas desde el Gregoriano a Palestrina e incorporó cantos del folklore húngaro.
Asimismo, asimila su lenguaje armónico experimental que le llevó a la definición de armonías por entonces totalmente insólitas, así como a la utilización de un motivo unificador en las tres secciones: el intervalo ascendente gregoriano formado por las notas Sol-La-Do, "símbolo de la Cruz" que incluye también en otras obras como la Misa de Gram, Santa Isabel o la Sinfonía Dante. Formalmente, además, Christus representa la síntesis de austeridad y gran despliegue tímbrico que persigue una modernidad religiosa en un momento en que la ópera ejercía casi la total hegemonía en el ámbito católico.
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