martes, enero 18, 2011

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS


Hola, este martes regresamos al siglo XX de la mano de uno de sus más grandes compositores y con una de sus obras menos difundidas. Nos referimos a György Ligeti (1923-2006) y sus Tres Fantasías sobre Friedrich Hölderlin. Nacido en Transilvania, cuando aún pertenecía a Hungría, Ligeti, de familia judía, sufrió la crueldad de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias: su familia, a excepción de su madre, pereció en campos de exterminio nazis, y en 1956 huyó a Austria tras el fracaso de la Revolución Húngara frente a la dictadura soviética.
Muy abreviadamente, citaremos su primera etapa, tras graduarse en la Academia Franz Liszt de Budapest (1949), bajo la influencia de sus profesores Kodaly y Farkas. Después de su emigración a la Europa Occidental, estudia con Stockhausen y Koenig en Colonia, donde sus conocimientos de música electrónica determinarán, en gran medida, su particular concepto de textura. De las décadas de 1950 y 1960 datan sus obras más conocidas (Atmósferas, Appariciones, Lux Eterna, entre otras muchas). En el siguiente decenio se incrementa su interés por el ritmo (Continuum, Clocks and Clouds, etc.), culminando con Le Grand Macabre (1977).

La obra que hoy recordamos, pese a su composición dentro de un nuevo período de experimentación con la tonalidad (década de 1980), se inscribe más cerca del estilo de Atmósferas y su Cuarteto Número 2 que de la obra del año siguiente, Magyar Etüdok, basada de nuevo en textos de su compatriota Sándor Weöres. Las Tres Fantasías, escritas en 1982, son un nuevo ejemplo de su maestría en la escritura coral (recordemos su admiración por Ockeghem) y están destinadas, en este caso, a un grupo de 16 voces sin acompañamiento. La partitura fue un encargo de la Radio Sueca, si bien los primeros esbozos datan de su etapa anterior al abandono de Hungría. Como indica uno de sus biógrafos, Richad Steinitz, destaca su escritura onomatopéyica e intuitiva expresividad. La elección de Hölderlin (1770-1843), muestra un deseo de introspección reflejado en los tres poemas, concebidos como un ciclo pese a ser independientes (traducidos: En la mitad de la vida, Si desde lejos..., Fantasía del atardecer), y el sonido define excepcionalmente el contraste presente en los versos entre lo ideal y lo real, oponiendo imágenes frías y sombrías con otras de serena paz. Reproducimos el primer poema, uno de los más populares del autor, en la traducción de Cernuda. Los típicos cánones de micropolifonía en el autor forman un denso cromatismo sobre ritmos al unísono en todas las voces, que requieren grandes exigencias de técnica vocal. Otra vez la influencia pictórica se plasma a través de una escritura que puede parecer metafísica.

En la mitad de la vida

Con amarillas peras
y llenas de rosas silvestres
asoma la tierra en el lago;
vosotros, cisnes benignos,
embebidos de besos
sumergís vuestra testa
en el agua sagrada y virgen.

¡Ay de mí! ¿Dónde buscar
durante el invierno las flores,
dónde el fulgor del sol
y las sombras del suelo?
Están los muros en pie
mudos y fríos, en el viento
rechinan las veletas.

Friedrich Hölderlin.

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