martes, noviembre 23, 2010

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS



Hola, nos reencontramos un nuevo martes para evocar en este día la figura del gran Johannes Brahms (1833-1897). Autor de música de cámara, lieder, sinfonías, conciertos y obras para coro, compone en 1887 su última obra orquestal: el Concierto para Violín, Violoncello y Orquesta en La menor Op. 102, obra que emprende la ardua labor de equilibrar ambos solistas con la orquesta, y que supera su molde de "concierto sinfónico", ejemplificado en el Concierto para Violín, con nuevos recursos y excelentes resultados. Ambas obras están ligadas a uno de los más grandes violinistas de su tiempo, Joseph Joachin, quien asesoró a Brahms en la escritura de la cuerda. El compositor deseaba reconciliarse con su amigo tras el divorcio de éste, en cuyo desarrollo apoyó a la esposa de Joachim. Brahms le dedicó el Doble Concierto e incluso hizo referencia a Joachim en una cita musical mediante la correspondencia de las notas musicales con cada una de las letras de su nombre.

Dedicó el verano en los maravillosos paisajes de Oberland y el Lago Thun (Suiza) a la creación de la partitura, sin duda, con el recuerdo de su antecesora, el Triple Concierto para Violín, Violoncello y Piano de Beethoven. Su último movimiento se basa en la utilización típica de motivos zíngaros habitual en la época. Sus propósitos dieron fruto, pues Joachim y el violoncellista Robert Hausmann la estrenaron en octubre de ese año y continuaron interpretándola durante la temporada siguiente, con la dirección de Brahms. Sin embargo, sus innovaciones no fueron comprendidas por público y crítica en su momento. El autor planteaba menos exigencias a los solistas y un distinto papel de la orquesta, abandonando el esquema de "concierto de bravura" o de exhibición  del siglo XIX. Su concisión y originalidad, el balance entre el tutti del acompañamiento y los solos contribuían a minusvalorar una partitura de la que el público esperaba los típicos alardes de virtuosismo técnico. Sin embargo, la obra demanda unos intérpretes de alto nivel y ha llegado a convertirse en una de las obras orquestales más reconocidas en la actualidad.


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