martes, noviembre 09, 2010

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS.




Hola, bienvenidos a nuestro encuentro literario-musical de los martes. Hoy retornamos al recuerdo de un compositor innovador, cuya producción se sitúa en la transición de dos épocas y que, afortunadamente ha sido "redescubierto" en la década de 1980. Ferruccio Busoni (1866-1924) fue, además de uno de los mejores pianistas de su tiempo, pedagogo, director, compositor y teórico. De ascendencia italogermana, siendo niño  conoció en Viena a Liszt y Brahms. Viajó más tarde por toda Europa e incluso Estados Unidos, si bien residió gran parte de su vida en Berlín. Fue amigo del poeta Rilke. Como profesor, influyó en Weill y Varèse, y en el terreno del piano, en el luego afamado Claudio Arrau.
Destacan de sus obras las composiciones para piano y transcripciones para este instrumento de piezas para órgano de Bach. Son todas ellas obras de grandes exigencias técnicas y un elevado nivel de virtuosismo (Fantasía Contrappuntistica, Elegien, 4 estudios sobre Motivos Indios Americanos, Seis Sonatinas, etc.). Pero también mostró un gran interés por la ópera, de la que nos legó varios títulos, entre ellos Arlecchino, Turandot y Doktor Faust (esta última incompleta).

Su producción está definida por la superación del Posrromanticismo y la apertura a nuevos estilos, marcada por un sello personal y una visión integradora de recursos de todos los períodos, al tiempo que una continua experimentación. En 1907, publica Esbozo de una nueva estética musical, donde expone su idea de la necesidad de nuevas demandas auditivas. Su "Joven Clasicismo" anticicipó, mediante una orientación clasicista y neobarroca al Neoclasicismo de la década de 1920, cultivado por Stravinski y Los Seis. Exploró nuevas escalas (hasta 113 posibilidades), acordes bitonales y uso de microtonos, así como las posibilidades de los instrumentos electrónicos. Es a partir de 1907 cuando va introduciendo una progresiva sobriedad y aumenta su complejidad contrapuntística que parte de Bach como modelo. En cuanto a la renovación tonal, recurre a enlaces armónicos inhabituales, característica que, junto con la brillantez, hereda de Liszt.
La obra que hemos seleccionado hoy pertenece a la primera etapa. Busoni, aparte de su magnífico Concierto para violín, escribe en 1903 un grandioso Concierto para piano y coro masculino y orquesta Op. 39, composición compleja y de gran virtuosismo, uno de los más extensos que se han estrenado. Consta de cinco movimientos, el último culminante con un Cántico que nos alude a Beethoven y Rachmaninov. Bello y sorprendente, el texto es del poeta danés Oehlenschaeger.

Levantemos el corazón al poder eterno.
Sintamos la presencia de Alá, aquí en todas sus obras.
Alegría y dolor se entrelazan en la luz del mundo;
mundo poderoso erigido sobre pilares de paz.
En miles y miles de años, la luz
de su poder resplandecerá infinitamente y
se mostrará indestructible.
El corazón ardiente se hizo más frío
cuando jugaba a intercambiar la vida con la muerte.
Sin embargo, en la pacífica y gloriosa espera,
el corazón se levanta temprano y firme,
al sentir la presencia de Alá en todas sus obras.
El mundo muerto se ha colmado de vida.
Una vez elogiada la divinidad, el poema descansa.

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