Hola, bienvenidos un nuevo martes a esta sección literario-musical. Hoy traemos a la memoria a uno de los compositores más desconocidos por el público y revalorizados en las dos últimas décadas. Nos referimos a Giacinto Scelsi (1905-1988), un autor de orígenes nobiliarios, cuyos viajes a África y Asia moldearon de forma decisiva su perspectiva sobre el sonido. Tras realizar estudios en Viena y Roma, comienza su trayectoria creativa después de 1950.
De su obra hemos seleccionado una de sus piezas vocales,
Tres Cantos Sacros (1958) para coro mixto, una obra que muestra la preocupación de Scelsi por la introspección tímbrica y espacial del sonido, y que, más de sesenta años después, continúa asombrándonos con su perturbadora escritura. Concentración y aparente sencillez van encaminadas, mediante constantes fluctuaciones microtonales, trinos y otros efectos vocales, hacia una "esfericidad" del sonido, que nos hace percibirlo a la vez como una música lenta y rápida. Es evidente la sensación de profundidad que otorga este discurso, en el que la referencia a los cantos tibetanos es clara, en cuanto que se fundamenta en gran parte, en sutiles desviaciones en torno a una altura inicial. Una música, en conclusión, que nos suma inmediatamente a su reflexiva y religiosa concepción.
Hola, bienvenidos un nuevo martes a esta sección literario-musical. Hoy traemos a la memoria a uno de los compositores más desconocidos por el público y revalorizados en las dos últimas décadas. Nos referimos a Giacinto Scelsi (1905-1988), un autor de orígenes nobiliarios, cuyos viajes a África y Asia moldearon de forma decisiva su perspectiva sobre el sonido. Tras realizar estudios en Viena y Roma, comienza su trayectoria creativa después de 1950. 
De su obra hemos seleccionado una de sus piezas vocales, Tres Cantos Sacros (1958) para coro mixto, una obra que muestra la preocupación de Scelsi por la introspección tímbrica y espacial del sonido, y que, más de sesenta años después, continúa asombrándonos con su perturbadora escritura. Concentración y aparente sencillez van encaminadas, mediante constantes fluctuaciones microtonales, trinos y otros efectos vocales, hacia una "esfericidad" del sonido, que nos hace percibirlo a la vez como una música lenta y rápida. Es evidente la sensación de profundidad que otorga este discurso, en el que la referencia a los cantos tibetanos es clara, en cuanto que se fundamenta en gran parte, en sutiles desviaciones en torno a una altura inicial. Una música, en conclusión, que nos suma inmediatamente a su reflexiva y religiosa concepción.
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