viernes, enero 30, 2015

CLUB DE LECTURA DE ADULTOS "JOSÉ BECEIRO"


En la primera sesión de 2015 pudimos homenajear, desde nuestro modesto Club, y tal como habíamos prometido, a la escritora Ana María Matute. Escogimos para esta ocasión una de las novelas de su primera etapa y en las que podemos apreciar, como la propia autora reconoció en la recepción del Premio Cervantes, la mayor presencia de referencias biográficas de su producción literaria. En  Primera memoria, Premio Nadal de 1959 y publicada ese mismo año, se encuentran muchas de las características del personal estilo de esta autora perteneciente a la "Generación de los Niños de la Guerra" (o "Niños asombrados", como los denominó la escritora), que desde comienzos de su trayectoria la convirtieron en una presencia única e irrepetible dentro de las letras españolas. A pesar de ser una de sus primeras obras, la narración de Matia, enmarcada en el contexto de los inicios de la Guerra Civil, denota rasgos definitorios de su quehacer literario, como el subjetivismo lírico y  la cercanía  al  tremendismo (señalada por algunos críticos), elementos que contribuyen a su particular visión de la infancia y adolescencia,  uno de sus temas predilectos. Su escritura, no obstante, no está exenta de crítica y compromiso social, que se unen indisolublemente al propósito testimonial de la narración, elementos presentes también en sus coetáneos. Al mismo tiempo, junto a estos temas realistas, sobresale ya en la obra la extraordinaria capacidad fabuladora de Ana María Matute, que dará rienda suelta a partir de La torre vigía, obra con la que inicia su segundo período creativo. 
El mundo de la infancia y los conflictos originados por su evolución hacia la madurez están
marcados inexorablemente en su narrativa por la soledad, el rechazo al mundo adulto, los conflictos familiares y generacionales y el deseo de preservar  la niñez como reducto de inocencia y de bondad, contemplados desde la nostalgia. De nuevo es fundamental la presencia de objetos simbólicos (el muñeco Gorogó, la piedra azul, la isla, el espejo) y la subjetivación de la Naturaleza (el fuego, el mar, el sol), componentes constantes en su lenguaje, así como una extrema percepción sensorial que muchas veces transmite de una manera certera, incluso hiriente, la ansiedad propiciada por ambientes opresivos y asfixiantes que contrasta con los deseos de libertad de sus protagonistas, identificados con héroes de los cuentos clásicos.
En la novela, Matia, sin embargo, no consigue traspasar el espejo de Alicia, ni descansar en la Isla de Nunca-Jamás de Peter Pan. Es más, el descorazonador final nos confirmará la frustración de la Sirenita ante el destino amargo impuesto por la voluntad de los adultos. Los miembros del Club analizaron aspectos como las consecuencias de la Guerra, las relaciones entre padres e hijos, la desintegración del núcleo familiar, la posición de la mujer en la época y el papel de la educación. También plantearon finales alternativos más esperanzadores (Nocha, María y Aurora ). María y Laura insistieron en la incuestionable categoría literaria de la escritora, en su dominio del lenguaje y en su talento para identificar al lector con los protagonistas.

 

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