martes, octubre 26, 2010

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS



Hola, hoy recordamos a una compositora de cuya biografía y producción encontramos escasas referencias y cuyas obras merecen una revisión e interpretación que se ha incrementado, afortunadamente en los últimos años. Lili Boulanger (1893-1918), hermana menor de la famosa Nadia Boulanger, organista, compositora y profesora de numerosos autores del otro lado del Atlántico como Copland, Carter, Piston, Piazzola, etc., desde la Escuela Americana de Fontainebleau. Lili Boulanger fue una "niña prodigio" que llegó a ser invitada por Fauré, y que, en 1905 estrenó La lettre de mort. En 1911 y 1912 compuso música coral y cantatas, incluyendo el Himno al Sol. En 1913, con tan sólo diecinueve años se convirtió en la primera mujer en lograr el Gran Premio de Roma de Composición, otorgado por el Conservatorio de París con su cantata Fausto y Elena. Inicialmente, bajo la influencia de Debussy, pronto adquirió su propio estilo. Sin embargo, numerosos problemas de salud y el fallecimiento de su padre en 1899 le influyeron notablemente. A pesar de estas circunstancias, aprendió a tocar el órgano y continuó con su labor compositiva, en la que refleja su naturaleza contemplativa, de gran madurez y espiritualidad, como es descrita por su familia y compañeros de oficio. Así, Henry Barraud calificó su obra de "monumento refinado [...] firmemente asentado en su plenitud, de estilo sobrio y un clasicismo ajeno a cualquier escuela, con un equilibrio natural, mezcla de conocimiento y habilidad".

En 1914 viaja a Italia, donde prosigue escribiendo en Villa Medici de Roma. De regreso, en Niza compone piezas vocales e instrumentales. En 1918, y pese a una intervención quirúrgica el año anterior, su salud declina enormemente, pese a lo cual colabora con su hermana en el cuidado de enfermos heridos durante la Primera Guerra Mundial. Sus dos últimos años escribe Tres Salmos, Una mañana de Primavera, para violín o flauta y piano y Pie Jesu (voz, órgano, cuarteto y arpas), dictada a Nadia. Dejó incompleta una ópera, La Princesse Maleine. Completan su catálogo piezas orquestales y corales. Tras su muerte, su hermana continuó en el empeño de difundir su memoria y su obra. La pieza para tenor y orquesta que hemos escogido este martes data de 1917 y se titula Vieille prière bouddhique (Antigua Plegaria Budista). Es una traslación del antiquísimo Visuddhinagga y un excelente ejemplo de elocuencia religiosa, con un carácter más cercano a Fauré, de gran pureza armónica y madurez musical. El texto se refiere bondad y libertad de todo el que respira en el Universo. Una música cuya intemporalidad explica su vigencia.

Que aquello que respira, sin enemigos, sin
obstáculos, trascienda el dolor, y adquiera
bondad,
permite que todas las criaturas se muevan libremente,
cada una en el camino que le ha sido destinado.
Que todas las criaturas y sobre todo, todos los espíritus
y no nacidos, sin enemigos, sin obstáculos,
sobrevivan al dolor y consigan la bondad,
permite que se muevan libremente, cada uno en el camino
al que ha sido destinado.
Que todas las mujeres, que todos los hombres, los Arios
y los no Arios,
Todos los dioses y todos los humanos y aquellos que han
caído, sin enemigos, sin obstáculos, trasciendan el
dolor, y adquieran bondad,
permite que se muevan libremente,
 cada cual en el camino al que ha sido destinado.
En Oriente y en Occidente, en el Norte y en el Sur, que todos
los que existen, sin enemigos, sin obstáculos,
trasciendan el dolor, y adquieran la bondad,
permite que se muevan libremente
cada uno en el camino al que ha sido destinado.

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