miércoles, noviembre 16, 2011

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS




Bienvenidos a La Armónica de Cristal. Este martes dedicamos nuestra sección de literatura musical a una obra poco conocida de Felix Mendelssohn, la Escena y Aria Infelice para voz, violín solo y orquesta en Si Bemol Mayor Opus 94. Como ya nos hemos referido al compositor en otra ocasión, no trazaremos un bosquejo biográfico, sino simplemente señalaremos que esta obra respondió a un encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres en 1832 de una obertura, una sinfonía y una pieza vocal. En 1833, Mendelssohn prepara para concierto Israel en Egipto de Händel y estudia, asimismo, la música religiosa de otros autores como Palestrina y Lotti  mientras concibe la composición de Paulus y revisa la Sinfonía Italiana y la obertura El mar en calma.  

En una carta de febrero de 1834 a la familia, el autor hace referencia a la composición, indicando el papel del violín solo que acompaña a la voz, y para el cual ha pensado en el violinista Charles de Bériot, el insigne representante de la denominada Escuela Franco-Belga de Violín. Fanny Mendelssohn, hermana del compositor, inmediatamente pensará en la famosa cantante de origen español María Malibran (1808-1836) como destinataria de la obra, debido a su apasionada relación con el violinista belga, que culminará con el matrimonio de la pareja en 1836. La soprano sfogato, poseedora de una voz privilegiada y de una gran personalidad,  fue fruto, pese a su prematura muerte, de gran admiración por artistas y toda la sociedad de su tiempo. Hija del tenor y maestro de canto Manuel García, revolucionó los escenarios en su breve pero intensa trayectoria de apenas ocho años de triunfos por toda Europa y Estados Unidos, destacando en los principales roles belcantistas gracias a su prodigiosa voz (sobrepasaba las tres octavas en su tesitura y combinaba la férrea técnica en el dominio de pasajes de coloratura, inculcada por su padre, con la honda expresión dramática plenamente romántica). Rossini, Bellini, Donizetti, Mendelssohn, Chopin y Liszt, fueron algunos de los compositores que se rindieron a esta intérprete de profunda inteligencia y sensibilidad, que en  la primavera de 1833 volvió a Londres, donde había debutado, para encarnar uno de sus papeles predilectos, en La Sonnambula bajo supervisión de Bellini e interpretar también Fidelio de Beethoven. 
Tras estas breves notas sobre la figura de María García Malibran, continuaremos señalando que la partitura de Infelice es completada por Mendelssohn el 3 de abril de 1834 y el estreno se produce en Londres en los Conciertos de la Sociedad Filarmónica. Una segunda interpretación se realizará en 1836, corriendo a cargo de Ignaz Moscheles. Sin embargo, parece ser que ni Malibran ni Bériot pudieron interpretar la obra en vida.
Este aria de concierto se encuentra en la línea de las grandes escenas clásicas de Gluck, Salieri o Berenice de Haydn y, más cercanamente el patrón de Ah! Perfido! de Beethoven, del que repite el modelo de retorno breve de la música de la cavatina cerca del final de la cabaletta en su estructura de Recitativo-Aria (Cavatina-Cavaletta).  El texto escogido por Mendelssohn pertenece a distintas óperas serias de Pietro Metastasio (1698-1782): Il Trionfo di Clelia, Romeolo ed Ersilia y Giustino. Se ignora la procedencia de la exclamación inicial. El Recitativo (Allegro) comienza con una introducción enérgica en la orquesta basada en arpegiaciones. Sobre un motivo  repetido triádico, es inestable tonalmente y con líneas melódicas angulosas, en asociación con los pensamientos turbulentos de la protagonista. La segunda parte se fundamenta sobre el mismo motivo ralentizado en tempo.
El Aria  se inicia con la Cavatina (Andante) en torno a dos personajes, personificados por la soprano y el violín solo (relación amorosa, que aunque no tan explícita en el texto, Mendelssohn elabora intrínsecamente en la sustancia musical, mediante una lectura romántica de un texto dieciochesco).  A nivel musical se definen dos ideas.  El violín solo delinea una melodía típica triádica con arpegiaciones de corte italiano de figuración violinística, que luego reproducirá la voz. Los siguientes cuatro versos siguen con nueva música, reproduciendo el último el primero con el texto "Ah!, ritorna, bell'etá". Tras éstos vuelve a repetirse la subsección de los cuatro primeros versos que finalizan con en violín solo obligato realizando una coda y la repetición enfática "Ritorna, ritorna".
La Cabaletta comienza con el motivo musical del inicio de la pieza. Sigue un estilo inestable, agitato, de herencia directamente mozartiana. Sin embargo, un breve interludio en Re menor, a modo de reminiscencia del episodio del Andante ("El mundo era feliz entonces") en que violín y voz estaban unidos en diálogo, evoluciona a Fa Mayor y más tarde a su homónimo, para luego contrastar dramáticamente con la realidad, una vuelta al comienzo de esta sección con frases cortas y aumento de la tensión e inestabilidad. Las fragmentaciones descriptivas del texto y el crescendo final concluyen con una última evocación del solo de violín anterior a la "bell'etá". La súplica permanece sin respuesta y el Aria cierra con una serie de reiterados lamentos "Ah!, ritorna!", seguidos con un final turbulento beethoveniano. Mendelssohn transforma el estatismo del texto de Metastasio, asociando el modelo beethoveniano al idioma dramático italiano con influencia mozartiana y su propia orquestación.
Existe otra obra, datada en 1843, que presenta diferencias en texto y música, especialmente en la cabaletta. Hasta fechas recientes se la ha considerado una versión. Ültimos estudios han pasado a catalogarla como una pieza independiente, basándose en el análisis del texo y música, así como la correspondencia del compositor. Contamos con escasa referencias de interpretaciones de la obra, entre las que destacan la llevada a cabo por la mezzosoprano Janet Baker, la soprano lírica Karita Mattila y la mezzosoprano romana Cecilia Bartoli (esta última en su homenaje en 2007 a la figura de María Malibran grabó esta pieza).

¡Infeliz! Él se ha ido
Se ha ido. El malvado hombre no podía soportar mi presencia.
Recuerda ahora sus errores, su maldad.
¡Recobra tu virtud, olvida al horrible traidor!
¡Infeliz amante!... Y aún lo amo todavía.
¿Falso amor, así mantienes tus promesas?
¿Nunca devuelves la paz a tus víctimas?
¿Son éstas las esperanzas y hoas de deleite?

Ah, retorna, edad de oro,
a tu tierra abandonada,
en caso de que seas más que la imaginación
de sueños felices.
El mundo era afortunado entonces
cuando un árbol joven,
un límpido riachuelo
nutría a la gente.
Ah, retorna, bella edad.

En el reino del amor
no existe dicha
no oscurecida
por el dolor.
Apenas es la luz
de la esperanza percibida
cuando nuevas nubes
de tristeza regresan.
Ah, retorna, bella edad.

No hay comentarios: