viernes, diciembre 10, 2010

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS




Bienvenidos en esta semana tan especial a este rincón dedicado a la Literatural musical. Sí, ya sabemos: nos hemos demorado demasiado en recordar a Béla Bartók (1881-1945), autor húngaro y universal, cuyas creaciones se han convertido en auténticos "clásicos" del siglo XX, pese a que no todas sean suficientemente conocidas por el público. No se puede obviar dentro de la trayectoria tan personal de Bartók su dedicación como pianista reconocido (en 1907 fue nombrado Profesor de Piano de la Real Academia de Budapest) y sus inicios, junto con Zoltan Kodály, como uno de los precursores de la moderna Etnomusicología, cuyas investigaciones, grabaciones y transcripciones de miles de piezas de Hungría, Rumanía, Ucrania y Eslovaquia mediante arduos trabajos de campo en lo que se denominó "Folklore musical comparado", culminaron con la publicación de varios libros imprescindibles dentro de la materia y su participación en la Academia de Ciencias Húngara desde 1934.
Pero Bartók trasciende el Nacionalismo Musical, así como el influjo del Impresionismo, mediante la inspiración de una música al margen de tendencias y escuelas, asimilando el origen folklórico dentro de un lenguaje personal y contemporáneo, tal como puede observarse en su melodismo transformado a través de un intrincado contrapunto y en la utilización de ritmos asimétricos y compases compuestos que no ocultan la influencia de las danzas del Este, pero que se complican en fragmentos con desplazamiento de acentos y otros recursos de experimentación. Lo mismo se puede afirmar del uso de intervalos y acordes cromáticos y diatónicos y de la polimodalidad, en un sistema armónico que nunca se adhiere al atonalismo de Schönberg. Pero sobresale su preocupación por la forma, que le lleva a incluir sistemas axiales y la Secciones Áurea, como la Serie Fibonacci, sin perder su gran virtud comunicativa.

Hoy traemos como muestra de su producción una de las obras de su última etapa, el Divertimento para cuerdas    Sz 113, firmado en 1939, magnífico ejemplo de su maestría en su disposición de proporciones, en este caso basadas en la serie numérica de Fibonacci (a partir de las células 2, 3, 5, 8, 13...), y muy claras en el Finale de la composición. En 1940, Bartók emigra a Estados Unidos, donde es recibido en la Universidad de Columbia. Allí, muy enfermo y con graves problemas económicos compondrá aún dos de sus obras maestras: el Concierto para Orquesta y el Tercer Concierto para Piano.


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