martes, diciembre 14, 2010
LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS
Recordamos hoy uno de sus títulos más emblemáticos: Música callada, cuatro cuadernos de 28 piezas pianísticas escritos entre 1959 y 1967. Toda la partitura está formada por piezas breves, en las que sobresalen las señas de identidad de este personal compositor, como su limitación a lo esencial, que se manifiesta en los nueve movimientos del Primer Cuaderno. Mompou es capaz de transmitir la aparentemente paradógica expresión de la Música que es el "gran sonido del silencio", inspirándose en uno de los poemas de San Juan de la Cruz, en los que el místico habla de "La Música Callada, la Soledad Sonora" (su máximo vínculo con el poeta se traducirá en la canción de 1961 sobre Cantar del Alma). Ahí reside la belleza de la éstas piezas, definidas por su íntima espiritualidad. Algunas de ellas hacen también alusión a poemas de Paul Valéry. Mompou se sirve de su introspectiva mirada del sonido, que hereda de Fauré y Debussy, así como muestra su admiración por Chopin, pero también por Scriabin, Grieg y sus raíces musicales catalanas.
Su universo particular se traduce en alusiones al Cielo y la Tierra mediante el uso de las resonancias espaciales que proporciona el piano, y que aquí se perciben como evocadoras campanas. Logra así una sonoridad luminosa, que es difícil de conseguir, si no es a través de una articulación precisa sobre el teclado. Es una sonoridad calificada por algunos como de "escondida" y "exacta". Su armonía oscila entre la consonancia y la disonancia sobre notas pedales, si bien introduce cada vez más exigencias auditivas. Prescinde de la barra de compás y de armaduras, adaptándose a una suerte de improvisación, en la que la Música pretende ejercer, como se ha analizado, como una catarsis sobre el oyente.
La noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la soledad sonora,
la cena, que recrea y enamora.
San Juan de la Cruz.
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