En la narración, que sigue la tradición de autores como Waugh o Wodehouse, la trama, en principio homenajea claramente a una admirada Jane Austen y, en concreto, a su novela Emma, en cuanto a las peripecias de la protagonista y las consecuencias de sus entusiastas acciones sobre las, hasta entonces, aletargadas existencias de sus familiares en el entorno rústico de Sussex. Pero, asimismo, nos evoca el imaginario de las novelas "Loam and Love Child", en que los personajes principales, jóvenes sin recursos cuyas azarosas vidas las trasladan a escenarios campestres, donde sus lugareños (a veces desconocidos familiares), viven exacerbadas pasiones en consonancia con la naturaleza, hasta que la bondad y la justicia impulsan el apacible final feliz. Las relaciones de La hija de Robert Poste con la literatura "rural" se consolidan en la parodia que realiza Gibbons de fuentes que van desde las hermanas Brönte, George Eliot, Thomas Hardy hasta D. H. Lawrence y autores menores muy conocidos a principios del siglo XX como Mary Webb, Sheila Kaye-Smith y J. C. Powys. La descripción del paisaje y de la comida, las disputas familiares y otros elementos característicos de estos relatos, son sometidos a un tratamiento irónico, en el que, mediante un lenguaje intencionadamente retórico, lleno de hipérboles, metáforas, retratos satíricos y juegos de palabras, pone de manifiesto su crítica a los excesos de estilo de Lawrence y sus seguidores (ejemplo es el uso de la "purple prosa" especialmente en los pasajes con asterisco, sistema que Gibbons utiliza para acentuar el tono paródico en los pasajes líricos). Otros hallazgos son la utilización de dialectos rurales y la invención de palabras, que generan una sucesión de divertidos diálogos llenos de dobles sentidos.
En la obra están presentes, además, peculiaridades de la novela gótica, como el antropomorfismo de la granja y la presencia de misterios tenebrosos y de la "loca del ático", cuya sombra amenazadora se cierne sobre sus destinos. Por último, un aspecto destacado por la crítica es la introducción de elementos de ciencia-ficción en el relato.
La comicidad de la obra, no obstante, nos hace olvidarnos, al final de la misma, de que permanecemos ignorantes acerca de los secretos que encierra la granja de los Starkadder, como lo acontecido con Robert Poste o el suceso infantil que obligaba a Tía Ada a repetir insistentemente: "Vi algo desagradable en la leñera", frase difundida hasta la saciedad a lo largo de generaciones de británicos.
Aspectos como el concepto de modernidad, la evolución de las convenciones tradicionales y el pragmatismo e individualismo de una sociedad que rompe con las estructuras decimonónicas, fueron analizados por nuestras integrantes del Club, que supieron discernir entre el humor y la crítica implícita en la novela.
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