martes, junio 07, 2011

LA ARMÓNICA DE CRISTAL. TRAYECTORIAS SONORAS



Hola, bienvenidos a esta sección de literatura musical. Este martes traemos a la memoria a un compositor al que ya dedicamos una página anterior, György Ligeti, y a una de las obras de cámara más significativas de la segunda mitad del siglo XX: su Cuarteto para cuerda Número 2. Encargo del Cuarteto Lasalle, especialista en repertorio contemporáneo, este título representa la síntesis de las técnicas desarrolladas por su autor hasta la fecha de su composición, 1968. Es, pues, una obra que muestra grandes contrastes en sus cinco movimientos, en cada uno de los cuales aplica distintas soluciones. Como señala el especialista en la producción de Ligeti, Richard Steinitz, responde a lo que denomina una estructura de caleidoscopio, basada en elementos repetidos y ensamblados, que también aplicará en Diez Piezas para Quinteto de Viento, también de 1968. Steinitz contempla influencias, como en gran parte del catálogo de Ligeti, de la Pintura (El Bosco, Breughel, Kandinski, Miró, Cézanne. Estos últimos en cuanto a la relación en el contraste de volúmenes y en la sustitución del contorno por el color), Literatura (Kafka, Joyce, Krúdy, Borges), Música Electrónica, Fonética, Teoría de los Signos (dinámicas estructurales), Danza (experiencia colectiva-individual, collage, en Keersmaeker y Bausch), etc. El Primer Movimiento se desarrolla en una atmósfera de volatilidad, sustentada en una sucesión de trémolos, mientras que en el Segundo Movimiento la concentración de materiales en clusters de coloración exótica delinea una micropolifonía característica de sus obras corales. El Tercer Movimiento, sin embargo, pertenece al conjunto de obras dentro del catálogo de Ligeti en las que desarrolla una escritura maquinal, como respuesta a una visión irónica de la tecnología y el automatismo (Nouvelles Aventures, Poème Symphonique, etc.), que se despliega en un juego de pizzicati no sincronizados. En el Cuarto Movimiento, de carácter scherzando, es donde se manifiesta más claramente la preocupación de Ligeti por la exploración de diferentes tipos de expresividad, que alcanza niveles extremos, desde la tensión hasta la calma, y que es uno de los rasgos definitorios de toda la obra. El Quinto Movimiento retorna al clima de volatilidad que nos retrotrae a Atmosphères, mediante una textura de trémolos superpuestos rápidos, recordatorio de los "pasajes fantasmales" del Cuarteto Número 1, y que culmina la partitura a modo de meditación. Los movimientos, cuya sucesión obedece a una resolución psicológica, están conectados (Ligeti utiliza la expresión de Rhyming para denominar este procedimiento).

El Cuarteto para cuerda Número 2 pone de manifiesto, asimismo, la preocupación de Ligeti por investigar el lenguaje idiomático de determinados instrumentos, a los que dedicará obras específicas. En este caso, el interés por sonoridades de la cuerda se concreta en efectos propiciados por la utilización de armónicos en registros inusuales, cruces violentos entre cuerdas, extensos saltos, etc., que contribuyen a dotar a la pieza del clima enigmático que trasciende su escucha.

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